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INFECCIONES
DE VIAS AEREAS
Las infecciones respiratorias
agudas constituyen el principal motivo de consulta ambulatoria en
niños y adultos de ambos sexos, especialmente durante los
meses de más bajas temperaturas y su diagnóstico y
tratamiento esta casi íntegramente en manos del clínico
general..
Los principales microorganismos
causales son los virus respiratorios, especialmente rinovirus (35%),
virus influenza A y B (30%), virus parainfluenza (12%), virus sincicial
respiratorio (11%) y adenovirus (8%). Los principales mecanismos
de contagio son la inhalación de aerosoles o microgotas con
gérmenes y inoculación en las mucosas nasal, ocular
o cavidad oral de secreciones infectadas transportadas por las manos.
Por su amplio contacto con
el ambiente, el aparato respiratorio está expuesto a una
infinidad de agentes infecciosos que cuando logran superar sus mecanismos
defensivos provocan una amplia gama de afecciones. Como veremos,
es frecuente que las vías aéreas y el compartimento
alveolar se comprometan en forma secuencial o simultánea,
pero en la mayoría de los casos predomina el compromiso de
uno de estos compartimentos, lo que determina las características
clínicas, la evolución y el pronóstico de los
enfermos.
Las infecciones respiratorias
agudas que comprometen las vías aéreas superiores
(IVAS) son en general de escasa gravedad y tienden a ser autolimitadas,
pero, por su gran frecuencia, son la principal causa de absentismo
escolar y laboral y, aunque una gran mayoría de los enfermos
se autotrata, constituyen también la principal causa de consulta
médica. El 90% de estos episodios son de origen viral y el
resto a otros agentes, como Streptococcus pneumoniae, Haemophilus
influenzae, Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae
y Streptococcus spp. Si bien las infecciones de la vía
aérea superior producidas por bacterias tienden a tener como
grupo algunas diferencias, en la práctica clínica
resultan indistinguibles de las infecciones virales en el caso individual.
El gran número de agentes causales posibles determina que
cada microorganismo produzca sólo una escasa proporción
de las IVAS. Este hecho, junto con la frecuente mutación
que presentan algunos virus, hace prácticamente imposible
desarrollar vacunas que puedan prevenir eficazmente este tipo de
enfermedades.
Las IVAS pueden afectar a
cualquier individuo, pero son más frecuentes e intensas en
niños, probablemente debido a la ausencia de inmunidad específica.
A medida que el individuo envejece y se inmuniza por las infecciones
que sufre, las IVAS son menos frecuentes. Hacen excepción
a este hecho las mujeres en edad fértil y las personas que
trabajan con niños pequeños (guarderías, hospitales
pediátricos, parvularios, etc.), seguramente debido al mayor
contacto con niños enfermos.
Las IVAS son más frecuentes
en invierno debido a la mayor probabilidad de transmisión,
ya que las personas permanecen mayor tiempo en ambientes cerrados
con mayor hacinamiento y las microgotas contagiosas mantienen su
humedad por más tiempo en el ambiente frío. No se
ha demostrado que el frío sea causa directa de las IVAS y
la asociación entre un enfriamiento previo y la infección
que los pacientes frecuentemente relatan correspondería a
que la persona ya contagiada e infectada, aunque asintomática
todavía,es más sensible al frío que lo normal
por una falla de la termorregulación provocada por el virus.
El diagnóstico de
las infecciones respiratorias agudas de etiología viral se
orienta por el cuadro clínico y se puede confirmar por medio
de exámenes de laboratorio: detección de antígenos
en muestras respiratorias, serología (producción de
anticuerpos clases Ig G e Ig M), cultivos especiales y técnicas
de amplificación de ácidos nucleicos (reacción
de la polimerasa en cadena o PCR). Sin embargo, la elevada prevalencia
de las infecciones respiratorias virales, su bajo riesgo de complicaciones,
evolución autolimitada y la ausencia de terapias específicas
determinan que los clínicos rara vez requieran identificar
el agente causal para el manejo adecuado de los enfermos.
PATOGENIA
A diferencia de la mayoría
de las bacterias, los virus son capaces de producir una enfermedad
importante con una dosis infectante muy pequeña. Esto hace
posible la transmisión de persona a persona por inhalación
de un escaso número de gérmenes presentes en las
microgotas que se producen al toser o estornudar. Otra vía
de transmisión, quizás más importante, es
el traspaso de partículas virales por contacto directo
de manos y objetos contaminados con secreciones respiratorias
a las manos de individuos susceptibles, que luego se autoinoculan
a través de las mucosas de su nariz, boca o conjuntivas.
Estos hechos explican la gran facilidad con que pueden diseminarse
estas infecciones, produciendo epidemias. Estudios experimentales
han demostrado que sólo se necesitan 10 partículas
virales para producir infección de influenza A, lo que
determina que la enfermedad se propague con extraordinaria rapidez
en una comunidad, produciéndose grandes epidemias y pandemias.
También se ha demostrado experimentalmente que la intensidad
de la enfermedad depende de la dosis infectante y de la vía
de ingreso de los virus, lo que tendría relación
con la adherencia de las partículas virales a receptores
específicos. Otras formas menos frecuentes de transmisión
son el contacto entre mucosas, como en el beso.
Aunque la mayoría
de las infecciones se transmiten entre seres humanos, el contagio
a partir de animales como aves silvestres o domésticas,
caballos y cerdos es posible y puede ser importante en la influenza
A.
Si ha existido un contacto
previo con el virus, los mecanismos antivirales inespecíficos
y los anticuerpos presentes en las secreciones son capaces de
inhibir la adherencia microbiana, impidiendo la infección.
Si ésta se produce, las células ciliadas son las
primeras en afectarse, lo que compromete su función de
movilizar el mucus y el fenómeno inflamatorio en las vías
aéreas aumenta la producción y retención
de secreciones. Estas alteraciones, junto con el aumento de la
adherencia de algunas bacterias a receptores celulares específicos
causado por las infecciones virales, explican la sobreinfección
bacteriana que se observa en estas circunstancias.
La mejoría de la
infección viral se produce por múltiples mecanismos,
tales como formación de anticuerpos, secreción de
interferón y activación de mecanismos de inmunidad
celular. Estos últimos parecen ser los más importantes,
ya que muchos pacientes con déficit de su inmunidad celular
presentan una mayor propensión para contraer neumonías
virales (siendo los más comunes el virus del sarampión,
citomegalovirus, rubéola, herpes simple y virus sincicial
respiratorio), que suelen ser de gran intensidad. Por el contrario,
los enfermos con déficit inmunitario humoral responden
normalmente ante las infecciones virales.
En general, los virus pueden
producir cinco formas clínicas de compromiso respiratorio:
a) La más corriente es el compromiso clínico aislado
de las vías aéreas superiores: resfrío común,
faringoamigdalitis y sinusitis aguda. En estas afecciones, no
obstante, existe compromiso subclínico de vías aéreas
inferiores que se puede poner de manifiesto mediante estudios
funcionales muy sensibles.
b) Los virus pueden producir también bronquiolitis, que
se evidencia funcionalmente por compromiso bronquial obstructivo
con hiperinsuflación pulmonar y alteraciones del intercambio
gaseoso. La radiografía de tórax en estos casos
no muestra signos de compromiso intersticial ni alveolar, que
si son evindenciables el la TAC. Este cuadro, que se puede observar
en niños pequeños con infección por adenovirus
o virus sincicial respiratorio y en adultos con infección
por virus influenza, afecta con mayor frecuencia y gravedad a
pacientes con enfermedades respiratorias crónicas (asma,
EPOC, fibrosis quística, bronquiectasias).
c) Neumonías con compromiso preferentemente intersticial,
aunque puede haber grados variables de compromiso alveolar que
se manifiesta por pequeños focos múltiples de condensación.
En general, el cuadro clínico-radiográfico no permite
diferenciar con seguridad la infección pulmonar ocasionada
por virus y bacterias.
d) Neumonías bilaterales extensas con hemorragia y edema
intraalveolar que se asocian a grave compromiso del intercambio
gaseoso (síndrome de dificultad respiratoria aguda). Estas
neumonías, que son muy graves y poco frecuentes, se presentan
precozmente en el curso de la virosis y tienen una alta letalidad.
e) Finalmente, cualquiera de las formas anteriores puede complicarse
con compromiso bacteriano secundario por diferentes gérmenes,
entre los que destacan el Staphylococcus aureus, S.
pneumoniae y Haemophilus influenzae, y con menor frecuencia
Neisseria meningitidis y Streptococcus pyogenes.
En los casos de neumonía, ésta comienza generalmente
más tardíamente, cuando el compromiso respiratorio
alto de origen viral está cediendo y adopta el cuadro clínico
propio de cada germen.
ETIOLOGIA
Los principales agentes
etiológicos en niños mayores y adultos son el rinovirus,
virus influenza A y B, coronavirus, parainfluenza 1, 2 y 3, sincicial
respiratorio y adenovirus. Los agentes bacterianos más
frecuentes son el S. pneumoniae, M. pneumoniae,
H. influenzae y Chlamydia pneumoniae. En pacientes
fumadores o con limitación crónica del flujo aéreo
(EPOC, fibrosis quística, bronquiectasias) pueden haber
IVAS causadas primaria o secundariamente por Haemophilus influenzae
y Moraxella catarrhalis. Aun cuando las infecciones de mayor
trascendencia clínica son las causadas por cepas de Streptococcus
pyogenes betahemolítico, Corynebacterium diphteriae
y Bordetella pertussis, en este capítulo no
se analizarán en detalle estas enfermedades, ya que estas
y otras infecciones relativamente graves, como abscesos amigdalianos,
angina de Ludwig y otras, son materia de las especialidades de
Otorrinolaringología, Infectología y Pediatría.
MANIFESTACIONES CLINICAS
LOCALIZACIONES
Cualquier lugar de la vía
aérea puede ser afectado por la infección y, con
frecuencia, varios segmentos anatómicos se afectan simultáneamente.
Cada área comprometida tiene manifestaciones características,
que se acompañan de un cuadro infeccioso general en grado
variable: fiebre, malestar, cefalea, mialgias, anorexia, etc.
El compromiso de diferentes
regiones se puede combinar de múltiples formas, pero existen
algunas asociaciones más frecuentes. Si bien no existe
una nomenclatura uniforme para designarlas, los nombres más
utilizados son:
Resfrío común. El principal agente causal
es el rinovirus. Comienza generalmente por una sensación
de malestar rinofaríngeo, seguido de coriza serosa y epífora,
con leve a moderado compromiso del estado general. La enfermedad
es autolimitada y dura generalmente tres a cuatro días.
No existe un tratamiento específico, por lo que sólo
deben tomarse medidas sintomáticas como reducción
de la actividad física, régimen liviano, hidratación
abundante y antitérmicos (aspirina o paracetamol). Como
complicaciones se puede observar sinusitis bacteriana en adultos,
otitis media en niños, crisis obstructivas por aumento
de la reactividad bronquial en asmáticos y descompensaciones
de enfermedades respiratorias crónicas.
Faringitis. En este caso el compromiso faríngeo toma
preeminencia, produciendo gran odinofagia y signos inflamatorios
regionales. Puede haber adenopatías submaxilares o cervicales
y compromiso del estado general de intensidad variable. La mayoría
de los casos son de origen viral, pero son frecuentes las faringitis
estreptocócicas que son prácticamente indistinguibles
desde el punto de vista clínico. Por otra parte, el estudio
microbiológico es poco específico y generalmente
difícil de efectuar en las condiciones de trabajo habitual.
Por esta razón se recomienda tratar estos cuadros en niños
y adultos jóvenes con penicilina en dosis suficientes para
erradicar un eventual estreptococo betahemolítico que implica
mayor riesgo de enfermedad reumática o glomerulonefritis
aguda.
Amigdalitis aguda. Se presenta en forma similar a la anterior,
pero el compromiso del estado general, fiebre y la intensidad
de los síntomas son mayores. El examen demuestra generalmente
signos inflamatorios importantes de las amigdalas, que pueden
estar recubiertas por un exudado fibrinoso o purulento, que debe
ser diferenciado de las pseudomembranas de la difteria faríngea.
La mayoría de los casos presenta adenopatías submaxilares
o cervicales sensibles. La etiología bacteriana es más
frecuente en estos casos, por lo que se recomienda utilizar antibióticos
como penicilina o macrólidos. Como complicaciones locales
pueden observarse abscesos amigdalianos que requieren drenaje
quirúrgico.
Laringitis aguda. En estos pacientes los síntomas de
compromiso laríngeo son importantes, especialmente la disfonía
y la tos irritativa, que puede ser extremadamente molesta. Suele
haber expectoración escasa, mucosa o mucopurulenta. Los
gérmenes más frecuentes son los virus, aunque puede
haber infección bacteriana secundaria. El tratamiento consiste
en reposo vocal básicamente, humidificación del
aire inspirado y suele ser necesario el uso de antitusígenos
y antiinflamatorios. Ocasionalmente se requiere antibióticos.
Si bien el cuadro es autolimitado, la falta de tratamiento apropiado
puede determinar su prolongación exagerada.
Epiglotitis: Se
produce aumento de volumen por edema inflamatorio de la epiglotis
con estridor laríngeo (croup) y fenómenos obstructivos
en niños.
Rinosinusitis.
El compromiso agudo de las cavidades
paranasales es frecuentemente una
complicación de una rinitis y se manifiesta por
la prolongación de una rinorrea serosa, mucosa o
purulenta, descarga de secreción por los orificios sinusales,
tos por descarga nasal posterior, opacidad de los senos en tomografía
computada. Puede haber dolor local que aumenta con la obstrucción
nasal y con la presión externa en los senos maxilares y
frontales. Su etiología mas
frecuente es la es viral pero suele complicarse con sobreinfección
bacteriana. En este caso tiende a prolongarse y por ser fuente
de contaminación del resto del aparato respiratorio, justificando
su tratamiento antibiótico . Con frecuencia es necesario
recurrir a especialistas.
Bronquitis aguda.
La bronquitis aguda es la inflamación aguda, limitada a la mucosa bronquial, con infiltración linfocitaria y denudación del epitelio. Clínicamente se manifiesta por tos de iniciación aguda, como sintoma definitorio, con o sin expectoración mucosa o purulenta. fiebre y malestar generalmente moderados. En un 40% de los casos se produce hiper-reactividad bronquial transitoria( 6 a 8 semanas) con signos obstructivos leves. Conviene destacar que todos estas alteraciones son inespecificas y pueden encontrarse en varias otras enfermedades
No se recomienda usar es misma denominación para la tos que puede acompañar a infecciones rinosinusales,faringeas o laringeas ya que ésta puede ser producida por descarga y aspiración de secreciones de los focos infectados y no necesariamente por inflamación bronquial.
Esta localización merece
especial atención porque afecta mas o menos al 5% de la
población adulta al año, según datos,
de EEUU y es una de las principales causas de consulta ambulatoria en el mundo.Además,
es un factor muy importante para el desarrollo de resistencias
bacterianas por uso injustificado de antibióticos.
En estudios de investigación sólo en un 30 a
50% de los casos se logra aislar un agente causal y, de estos,
el 90% corresponde a virus. En la práctica clínica el rendimiento es mucho menor, En general la latencia después
del contagio es menor de una semana y
la extensión e intensidad de la inflamación variaría
según el germen causal y las condiciones del terreno.
Los agentes bacterianos son raramente causantes primarios
de bronquitis aguda, excepto los micoplasmas y clamidias que ,
aunque infrecuentes, tienen una importante contagiosidad que se
exterioriza a 2 a 3 semanas del contacto.
Dado que los antibióticos no afectan a los virus y modifican escasamente la bronquitis por micoplasma y clamidia, estas drogas sólo tienen indicación si hay sospechas fundadas de otras enfermedades que luego veremos. Sin embargo, por dificultades en el diagnóstico diferencial muchos médico optan por cubrir la posibilidad de neumonía indicando antibióticos injustificados que. como ya se dijo, contribuyen a la creación de cepas resistentes
La tos es el elemento constante de la bronquitis aguda y
su duración más frecuente es de 2 a 3 semanas, aunque
ocasionalmente puede prolongarse más tiempo. Si bien puede
presentarse como único síntoma, lo usual es que
se acompañe de una o mas de las siguientes manifestaciones:
-
Fiebre
baja que dura usualmente alrededor de 3-4 días.
-
Malestar
general, también transitorio.
-
Expectoración
mucosa o purulenta. Esta última no es necesariamente
indicadora de infección bacteriana o de neumonía,
ya que la lisis de leucocitos responsable del color también de observa en infecciones
virales.
- Hipereactividad bronquial transitoria (5 a 6 semanas) que puede causar dificultad respiratoria moderada.
La prolongación
de la tos mas allá de la primera semana no indica persistencia
de la actividad viral, sino que corresponde al tiempo que demora
la restitución del epitelio bronquial denudado.
El examen físico torácico puede ser negativo, pero
es frecuente la presencia de roncus diseminados con escasas crepitaciones
gruesas dispersas en algunos casos. Si estas ultimas son abundantes
o focalizadas debe considerarse la posibilidad de neumonía,
teniendo presente que su ausencia no la excluye. En los casos
en que la bronquitis produce hiperreactividad bronquial pueden
auscultarse sibilancias, planteándose el diagnóstico
diferencial con asma.
En la gran mayoría de los casos no son necesarios exámenes
auxiliares ya que una anamnesis y examen físico adecuados dan suficiente
seguridad, con lo que su indicación se reduce a la exclusión
de complicaciones u otras alternativas diagnósticas.
Es corriente que ante un cuadro de tos
aguda se haga casi automáticamnete el diagnóstico de bronquitis aguda
y, como ésta es tan frecuente, el diagnóstico resulta
acertado muchas veces. Sin embargo, esta
conducta significa que otras causas menos frecuentes , pero
más graves o de diferente tratamiento, no reciban debida
consideración. Aunque el diagnóstico de bronquitis
aguda parezca obvio, la verdad es que se cuenta sólo con el diagnóstico sindromático de tos aguda, lo que obliga apreguntarse sistemáticamente
si no existe otra posibilidad .Entre estas cabe destacar:
- Neumonía: especialmente en personas de edad o en condiciones generales deficientes .La fiebre sobre 38º,
frecuencia respiratoria sobre 24/min, taquicardia sobre 100 o
signos focales en el exámenes físico son elementos
sospechosos. Dado que el pronóstico de la neumonía es mejor mientras más temprano se inicie su tratamiento antibiótico, esta alternativa debe descartarse al inicio de la tos aguda
- Influenza: en los periodos de epidemia la mayoría de las toses agudas corresponde a esta causa y su manejo se ciñe a los criterios propios de la influenza
- Asma : debe considerarse si el cuadro
es prolongado, si hay antecedentes de la enfermedad, episodios repetidos
de tos aguda o signos obstructivos en el examen físico. Esta alternativa
es relativamente frecuente pero su diferenciacion definitiva puede demorar en los casos en hay hiper-reactividad transitoria por la bronquitis aguda
- Coqueluche o tos convulsiva : La participación de la Bordetella pertussis, causante de
la tos convulsiva o coqueluche, es más frecuente que lo
que corrientemente se piensa, llegando en algunos estudios hasta
un 20% en los casos con más de un mes de tos y en muchos
países, incluido el nuestro, se observa un progresivo incremento de esta afección .
Si bien el haber tenido la enfermedad en la infancia otorgaría
algún grado de inmunidad, esta no siempre dura toda la vida y el efecto de
la vacunación prácticamente desaparece a los 10
a 12 años de edad. Aunque con frecuencia los adultos no presentan los síntomas
típicos, este diagnóstico debe plantearse
metódicamente ante antecedentes
de posible contagio. Es importante detectar estos casos porque son
una muy importante fuente de contagio para los lactantes que aun no
han desarrollado protección con la vacunación. Lo
anterior justifica que en algunos países se este implementando
una revacunación en la adolescencia e, incluso, en edades
mas avanzadas.
- Uso de enalapril para la hipertensión
arterial que puede causar tos en alrededor de un 15% de los usuarios. El cuadro es afebril y la anamnesis debiera revelar este antecedente
Hay varias otras enfermedades que pueden presentas tos como sintoma inicial , pero generalmente tienen otras manifestaciones o antecedentes que permiten identificarlas: infecciones de vias aéreas altas, exacerbación de bronquitis crónica o de enfermedad pulmonar obstructiva crónica. insuficiencia cardiaca, embolia pulmonar, reflujo gastroesofágico, aspiración de cuerpo extraño, etc. Como parte del Programa de Lucha Antituberculosa,, que veremos mas adelante, se establece realizar baciloscopia de expectracion a todo paciente que tose mas de 20 días
Cuando la tos persiste 3 o 4 semanas sin signos de atenuación,
se está ante un síndrome de tos prolongada o crónica
(Capítulo 61) que justifica realizar los exámenes
necesarios para descartar las posibilidades de equivalente asmático,
sinusitis con descarga posterior, reflujo gastroesofágico
u otras patologías menos frecuentes, lo que generalmente
corresponde al especialista.
Tratamiento:
No existe ningún tratamiento que modifique significativamente la evolución de la bronquitis aguda de manera que éste está enfocado a aliviar los sintomas y evitar factores que prolonguen el cuadro, de acuerdo a las siguientes líneas:
• Identificar condiciones del terreno: edad avanzada, bronquitis crónica , EPOC, insuficiencia cardiaca, bronquiectasias, déficit inmunitario, etc. y adaptar el tratamiento según la condición basal. Todo lo dicho en este capítulo es valido para el paciente previamente sano.
• Preparar al paciente para hasta 3 semanas de tos
• Evitar uso rutinario de antibióticos y explicar al paciente su no indicación, usando la denominación de bronquitis "viral "en lugar de "aguda", que da una falsa sensación de gravedad al paciente
• Tratamiento sintomático: evitar irritantes, hidratación, antitusivos, broncodilatadores si hay obstrucción.
• Mantener conducta indicada si la tos va en disminución y reanalizar el caso a las 3 semanas si la tos persiste igual, si aumenta o si hay recurrencias. Considerar referencia a especialista
Influenza o gripe. La influenza
es una enfermedad viral altamente contagiosa ocasionada por los
virus Influenza A y B. Desde el siglo XV se han reportado epidemias
a nivel mundial y se calcula que en la pandemia de 1918-1919 se
produjeron 20 millones de muertes en todo el mundo. . Hay 3 tipos
antigénicos básicos A, B y C, que son determinados
por el material nuclear. El virus influenza A tiene subtipos determinados
por los antígenos de superficie hemaglutinina (H) y neuraminidasa
(N). El virus de la influenza A causa enfermedad moderada a grave.
Infecta a animales (aves, cerdos) y humanos, afectando a todos los
grupos de edad. El virus influenza B afecta sólo a humanos,
causa enfermedad más leve que el tipo A. El virus influenza
C no se ha asociado a epidemias, rara vez causa enfermedad en humanos.
Se transmite de persona a persona
por contacto directo a través de secreciones respiratorias
producidas al toser o estornudar, o a través de manos o artículos
recientemente contaminados. El período de incubación
es generalmente de dos días, pero puede variar entre 1 y
5 días. El paciente es infectante 24-48 horas antes del inicio
de los síntomas hasta 4-5 días de enfermedad. El período
puede ser más largo en niños pequeños y en
inmunocomprometidos. No existe estado de portador.
La gravedad de la enfermedad dependerá
de la experiencia inmunológica individual: aproximadamente
50% de las personas infectadas desarrollará los síntomas
clásicos de influenza: fiebre alta de inicio súbito,
con escalofríos, cefalea, malestar general, mialgias que
pueden se intensas y tos seca. Luego aparecen síntomas respiratorios
como odinofagia, congestión nasal y tos intensa. Puede haber
infección y dolor conjuntival, dolor abdominal, náuseas
y vómitos. Los síntomas sistémicos y la fiebre
duran de 2 a 3 días, rara vez más de cinco días.
Las complicaciones más frecuentes son la neumonía
bacteriana secundaria, o la viral primaria, síndrome de Reye,
miocarditis y agravamiento de las enfermedades respiratorias crónicas.
La letalidad reportada es relativamente baja pero la mortalidad
puede ser alta por la cantidad de personas afectadas. La mayoría
de las muertes ocurren en personas mayores de 65 años.
El diagnóstico de influenza se sospecha
sobre la base de los hallazgos clínicos. El diagnóstico
de influenza en personas con fiebre, tos y mialgias durante la
estación epidémica tiene una sensibilidad cercana
al 85%. El diagnóstico específico se basa en el
cultivo viral de secreciones nasofaríngeas obtenido dentro
de los 3 días de iniciada la enfermedad, en técnicas
de detección de antígenos o por detección
de anticuerpos séricos específicos.
No existe
terapia específica, excepto en las infecciones bacterianas
y aquellas ocasionadas por virus influenza A o B. Si bien en la
mayoría de los casos el tratamiento no modifica la evolución,
en pacientes con síntomas intensos o muy molestos se puede
utilizar alguna de las medidas terapéuticas sintomáticas
que se describen a continuación:
Antibióticos.
La gran mayoría de los episodios de IVAS son virales
y autolimitados , durando entre tres y siete días. Por
lo tanto, los antibióticos no tienen ningún efecto
sobre sus síntomas y evolución. Sin embargo su uso
en estas enfermedades, especialmente en bronquitis aguda, es tan
rutinario y extendido que constituye la principal causa del desarrollo
de resistencias bacterianas, y una importante causa de despilfarro
de recursos. Lo racional es manejar estos medicamentos como un
arma de segunda línea y restringir su indicación
a los cuadros en que exista una sospecha fundada de complicación
bacteriana. Si bien los criterios para sospechar tal complicación
no son muy sensibles y específicos se ha demostrado que
su consideración metódica reduce la sobreindicación
de antibióticos en forma significativa. Es importante explicar
al paciente este aspecto muy claramente porque la mayoría
espera recibir antibióticos.
Reposo
en cama y reducir la actividad física. Es probablemente
el tratamiento más eficaz para disminuir los síntomas
generales, cuando éstos son de una intensidad que lo justifique.
Excepto en las infecciones por influenza A, rara vez es necesario
prolongarlo por más de tres días. Esta medida sirve,
además, para disminuir el riesgo de diseminación
de las infecciones virales al reducir el número de contactos
.
Analgésicos
antipiréticos. Estos medicamentos son muy útiles
en el alivio de la cefalea y otras formas de dolor producido por
las infecciones respiratorias agudas. No obstante, se ha postulado
que en ancianos favorecerían el desarrollo de neumonía,
ya que disminuirían la migración de células
sanguíneas al pulmón, entorpeciendo la limitación
de las infecciones respiratorias. Los medicamentos más
utilizados son la aspirina, ibuprofeno y paracetamol.
Antitusígenos.
En la mayoría de los casos, la tos es un reflejo de
protección para expulsar secreciones que deben ser eliminadas.
Por lo tanto, los sedantes de la tos sólo deben ser utilizados
cuando la tos no es productiva o tiene una gran intensidad, interfiriendo
con el sueño o con las actividades diarias. La droga tipo
es la codeína, pero su uso está limitado por sus
efectos secundarios en el SNC y tubo digestivo. Actualmente existen
numerosos medicamentos antitusígenas no narcóticos
con escasos efectos secundarios Por otra parte, es conveniente
considerar que se puede obtener alivio razonable de la tos con
medidas no farmacológicas, como caramelos, miel y jugos
cítricos, las que pueden reemplazar a los medicamentos
en casos en que éstos no se justifiquen. Además,
puede obtenerse alivio manteniendo las secreciones fluidas mediante
una buena hidratación.
Simpaticomiméticos.
El uso local de simpaticomiméticos y otros vasoconstrictores
puede ser útil para disminuir la congestión de la
mucosa nasal que se observa en algunas IVAS y en las afecciones
alérgicas. Debe tenerse presente que puede producirse congestión
de rebote al cesar el efecto de la droga y que su uso prolongado
puede causar rinitis crónica. En algunos casos de bronquitis
aguda que se acompaña de obstrucción bronquial puede
ser útiles los aerosoles beta-adrenérgicos.
Anticolinérgicos.
Su uso local es capaz de producir algún alivio de los
síntomas debido a una disminución de la secreción,
especialmente nasal, en inflamaciones de origen infeccioso o alérgico.
Es conveniente tener presente que el uso sistémico de estas
drogas ha sido asociado a un espesamiento de las secreciones traqueobronquiales,
que dificulta su eliminación.
Antihistamínicos.
Aun cuando este tipo de drogas forma parte de numerosos preparados
comerciales para el resfrío, su utilidad es escasa y probablemente
derivada de su débil acción anticolinérgica.
Expectorantes.
Existen numerosas preparaciones que contienen fármacos
que tendrían la capacidad de fluidificar el mucus y facilitar
su expectoración. La evaluación de la eficacia de
estos medicamentos es difícil, por lo que existe controversia
respecto a su utilidad. En la enorme mayoría de los casos
de IVAS no se justifica su uso.
Lavado
de manos frecuente de enfermo y contactos: aunque no
es propiamente una terapia, esta medida es la más útil
para reducir las posibilidades de diseminación.
TRATAMIENTO DE LA INFLUENZA
Los pacientes
sin factores de riesgo especiales se tratan ordinariamente con
medidas generales tales como régimen liviano, hidratación
abundante, medidas antitérmicas, abstención de
fumar, lavado de manos y mantención de un ambiente no
contaminado y una temperatura media.
Actualmente
existen dos categorías de medicamentos antivirales autorizados
para el manejo de la infección por el virus de la influenza:
la amantadina y rimantadina que son activas contra la influenza
A, y los inhibidores de la neuraminidasa (oseltamivir, zanamivir)
que son activos contra la influenza A y B. Cuando se administran
dentro de las 48 horas de iniciada la enfermedad disminuye la
gravedad y duración de los signos y los síntomas.
El tratamiento con medicamentos antivirales está indicado
en personas con riesgo de enfermedad grave o complicada por
su edad o por enfermedades concomitantes. El tratamiento debe
iniciarse precozmente después del inicio de los síntomas.
Las acciones
preventivas incluyen evitar el contacto con personas enfermas,
y las aglomeraciones en tiempo de epidemia, lavado de manos
frecuente; vacunación de personas pertenecientes a grupos
de riesgo, vigilancia epidemiológica de casos y tratamiento
profiláctico de contactos.
La
principal medida preventiva es la vacunación que
se realiza anualmente en los adultos mayores de 65 años,
en los portadores de enfermedades crónicas de cualquier
edad (enfermedades cardiovasculares, respiratorias, hematológicas,
renal y hepática crónicas, diabetes mellitus)
y pacientes inmunocomprometidos, incluyendo la infección
con VIH/SIDA, en las embarazadas durante el segundo o tercer
trimestre de embarazo, en sujetos institucionalizados (internados,
escuelas, asilos, cárceles) y a trabajadores de la
salud. La eficacia de la vacuna antigripal en adultos sanos
fluctúa entre 70-90% y en ancianos entre 30-50%.
Los estudios de costo-efectividad han confirmado la eficacia
de la vacuna antiinfluenza en reducir la morbimortalidad
asociada a la epidemia de influenza, y la disminución
de los gastos de salud involucrados en el manejo de los
enfermos. Además, los estudios clínicos han
confirmado que la vacunación reduce el riesgo de
neumonía, la hospitalización y muerte de la
población senescente en epidemias de influenza, cuando
la cepa de la vacuna es similar a la infectante de la comunidad.
Producido
un caso debe considerarse la situación de los contactos,
en los cuales se recomienda el uso profiláctico de amantadina
y oseltamivir en las siguientes situaciones:
a) Como
complemento de la vacunación tardía de personas
en alto riesgo, durante las dos semanas que toma el desarrollar
anticuerpos.
b) En personas no vacunadas contra la influenza, para disminuir
la transmisión de la infección.
c) Personas inmunocomprometidas que pueden tener pobre respuesta
de anticuerpos a la vacuna.
d)
Personas con riesgo elevado y en quienes está
contraindicada la vacuna de influenza ( alergia al huevo).
Los medicamentos antivirales son efectivos en 70-90%
de los casos en prevenir la enfermedad, la dosis para
profilaxis es la misma que para tratamiento.
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