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Este signo es generalmente
motivo de consulta de urgencia al médico que esté
disponible, independientemente de su especialidad. Una vez que se
ha comprobado que lo eliminado por la boca es sangre y que proviene
de las vías aéreas subglóticas, es necesario
proceder con tranquilidad, rapidez y seguridad porque:
- el paciente está generalmente muy angustiado.
- el sangramiento puede ser la primera manifestación
de enfermedades graves como TBC o cáncer.
- en ocasiones, la hemorragia en sí misma puede ser fatal.
Los sangramientos inferiores a 100 ml en 24
horas generalmente no significan riesgo inmediato y el problema
médico básico es el diagnóstico etiológico.
En cambio, en sangramientos sobre 600 ml en 16 horas, o menos si
las reservas fisiológicas del paciente son limitadas, puede
ser necesario considerar recurrir precozmente a tratamientos invasivos,
incluida exéresis quirúrgica del lóbulo sangrante,
cualquiera sea la enfermedad causal, ya que existe un riesgo considerable
de muerte por asfixia o anemia aguda. La conducta ante cantidades
intermedias varía según los recursos y experiencia
del centro en que se atiende al enfermo y las condiciones en que
éste se encuentre. Las decisiones en este aspecto son difíciles
y es prudente que el enfermo que sangra más de 100 ml sea
hospitalizado, dado lo impredictible de la evolución del
sangramiento.
CONDUCTA ANTE LA HEMOPTISIS
Por la multiplicidad de variables en juego,
no se puede pretender dar una pauta detallada y rígida, pero
existen algunos pasos básicos que pueden esquematizarse de
la siguiente manera:
- Determinar la magnitud de la hemorragia y decidir si ésta
tiene carácter masivo, o sea, que significa en sí
misma un riesgo vital, cualquiera que sea su causa.
- Si la hemoptisis es leve o moderada, la primera prioridad
es el diagnóstico etiológico, lo que puede exigir
concurso de un especialista. Aunque por frecuencia no se justificaría,
es útil proceder como si el paciente tuviera una tuberculosis
o un cáncer mientras no se demuestre lo contrario. La
historia y el examen físico pueden dar orientaciones
diagnósticas importantes, pero siempre deben complementarse
con una radiografía de tórax. Una placa normal
prácticamente descarta una tuberculosis activa, pero
puede no revelar un cáncer, bronquiectasias, embolia
pulmonar, carcinoide bronquial, etc. Si hay alteraciones radiográficas,
éstas pueden restringir el campo diagnóstico a
algunas posibilidades que se estudiarán con los exámenes
que corresponda. Debe tenerse presente que la sangre de la hemoptisis
puede ser aspirada y dar sombras de relleno alveolar, por lo
que la interpretación de la radiografía debe ser
cautelosa. En los pacientes con riesgo de cáncer ( fumadores
sobre 35 años), aunque tengan radiografía normal
y, más aun, si tienen imágenes radiográficas
directas o indirectas compatibles con cáncer, debe completarse
el estudio con fibrobroncoscopia y TAC. Una vez descartada la
tuberculosis activa y el cáncer, se seguirá la
búsqueda de las otras causas sugeridas por el cuadro
global del paciente. Con alguna frecuencia no será posible
identificar alguna de las causas importantes y, por eliminación,
se terminará inculpando a una inflamación de las
vías aéreas, lo que puede ser cierto. Sin embargo
tal posibilidad no debe plantearse nunca sin antes haber descartado
con seguridad las causas de mayor trascendencia.
- Si la hemoptisis es masiva (alrededor del 5% de los casos)
y significa riesgo de asfixia por aspiración de sangre
o anemia, el estudio diagnóstico puede esperar y la prioridad
se traslada a detener el sangramiento, evitar su aspiración
y corregir la anemia. El criterio de 600 ml en 16 horas para
aplicar el calificativo de "masiva" es convencional, y debe
complementarse con la evaluación de la capacidad del
enfermo para despejar su vía aérea, el estado
de su función respiratoria y sus posibilidades de compensar
la anemia aguda. La consideración simultánea de
estos aspectos permite usar el concepto de hemoptisis potencialmente
fatal que es más útil que el de masiva. El manejo
de esta situación exige de experiencia y recursos especializados,
de manera que la responsabilidad del médico que recibe
al paciente es referirlo oportunamente a un centro donde sea
posible identificar el sitio del sangramiento mediante broncoscopia,
angiografía bronquial o cintigrafía con glóbulos
rojos marcados con cromo radioactivo. Esta definición
permitirá el uso local de vasoconstrictores, taponamiento
con gelita, aislamiento del bronquio sangrante mediante un catéter
endobronquial premunido de un globo inflable y, eventualmente,
la extirpación quirúrgica del lóbulo o
segmento. En casos no operables, se ha empleado con éxito
variable la embolización de las arterias bronquiales
a través de un catéter introducido por vía
aórtica.
La letalidad de hemorragias masivas en centros
especializados es de un 10%, mientras que en pacientes tratados
fuera de este ambiente puede subir al 50%.
Por la cantidad de variables en juego no existen
estudios concluyentes en relación con el tratamiento medicamentoso.
Los antitusivos pueden disminuir el sangramiento al sedar la tos,
pero tienen el riesgo de facilitar la retención de sangre
en la vía aérea. Su uso por lo tanto debe ser muy
cauteloso. Iguales prevenciones son aplicables a los sedantes. El
rol de los coagulantes, salvo que existan trastornos de coagulación,
no ha sido taxativamente definido, pero hay posiciones favorables
a su empleo y pueden contribuir a tranquilizar al enfermo que no
se resigna a esperar sin hacer nada. |
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