CAPITULO 64

MANEJO CLINICO DE LAS NEUMONIAS

 
     
     
     
     

 

 
 

El manejo de las neumonías es un problema médico frecuente y complejo, por lo cual, las sociedades científicas de diversos países han elaborado guías clínicas para su manejo. En este texto nos atendremos básicamente a la publicada el año 2005 por la Sociedad Chilena de Enfermedades Respiratorias. Es importante ceñirse a la guía nacional ya que las de otros países pueden diferir por tener otros agentes endémicos, otros niveles de resistencias bacteriana y diferentes disponibilidades de recursos.

Aunque las guías se basan en información con diferentes niveles de evidencia y existen variantes epidemiológicas, individuales y de recursos imposibles de reducir a indicaciones únicas de aplicación universal, su aplicación es válida y eficaz para la gran mayoría de los casos

Idealmente, el tratamiento antibiótico de las neumonías debería ser específico para el microorganismo causal. Esto no es posible en la mayoría de los casos debido a que las manifestaciones clínicas y radiográficas no son específicas, que los exámenes microbiológicos no invasivos tienen limitaciones de sensibilidad y especificidad y que la relación costo-efecto de los exámenes invasivos no es siempre favorable. Por estas razones, en la mayor parte de los enfermos se recomienda un manejo diagnóstico y terapéutico empírico, basado en estudios clínico-epidemiológicos. Esto significa separar a los enfermos en  categorías o grupos tomando en consideración la edad, el estado inmunitario, la gravedad, las enfermedades concomitantes, el lugar de adquisición y otros factores de riesgo.

Este capítulo se centrará en el enfrentamiento de las neumonías adquiridas en la comunidad en pacientes adultos inmunocompetentes, que corresponden a la situación que con mayor frecuencia debe manejar el médico no especialista. Además se examinarán las normas generales de manejo de otras clases de neumonías.

 

GENERALIDADES

El manejo adecuado de la neumonía supone:

  • Sospecha oportunamente su existencia
  • Confirmar el diagnóstico sin demorar más de unas horas el tratamiento
  • Evaluar la gravedad y factores de riesgo
  • Decidir el lugar de tratamiento ( casa, hospital, unidad cuidados intensivos)
  • Indicar tratamiento según pautas
  • Derivar en cualquier etapa si el caso supera su preparación o recursos.


DETECCION CLINICA

Como ya se ha planteado, la anamnesis y el examen físico sugieren el diagnóstico de la infección respiratoria, pero el diagnóstico clínico de neumonía sin confirmación radiográfica en general carece de precisión, ya que la sensibilidad y especificidad del diagnóstico clínico es sólo moderada. El cuadro clínico no siempre se diferencia con certeza de otras condiciones respiratorias agudas frecuentes en la consulta ambulatoria (infecciones de la vía aérea superior, bronquitis aguda, influenza). El adulto mayor (>65 años) suele tener neumonías de presentación atípica u oligosintomática, que dificultan el diagnóstico y retrasan el inicio del tratamiento, afectando adversamente el pronóstico de los enfermos. Estos pacientes suelen no presentar los síntomas respiratorios clásicos o fiebre, consultando por síntomas inespecíficos tales como decaimiento, rechazo alimentario, somnolencia o confusión mental, caídas, incontinencia esfinteriana o descompensación de enfermedades crónicas.

El diagnóstico de la neumonía comunitaria del adulto es clinico-radiográfico: la historia y el examen físico sugieren la presencia de una infección del tracto respiratorio inferior, pero el diagnóstico se confirma cuando se demuestra la aparición reciente de infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax. El diagnóstico de neumonía basado exclusivamente en criterios clínicos también se ve dificultado por la gran variabilidad entre distintos observadores para detectar los signos focales en el examen de tórax.

De lo dicho se deduce que el diagnóstico de neumonía no siempre es evidente y que el clínico debe mantener un alto nivel de sospecha para detectarla. Esta es especialmente importante en el hantavirus donde la probabilidad de contacto con los ratones portadores debe obligar sistemáticamnete a estudiar su posibildad .

 

ESTUDIO RADIOGRAFICO

La radiografía de tórax frontal y lateral debe ser uno de los exámenes de rutina en el diagnóstico y evaluación de los pacientes con neumonía. La radiografía permite confirmar el diagnóstico clínico, y establecer su localización, extensión y gravedad; además permite diferenciar la neumonía de otras condiciones agudas (insuficiencia cardiaca congestiva, tromboembolismo pulmonar, neumotórax, daño pulmonar por drogas o de origen inmunológico), detectar posibles complicaciones, y es útil en el seguimiento de los pacientes de alto riesgo. Sólo si el examen radiográfico no está disponible puede decidirse tratamiento basado en los elementos clínicos, pero si el cuadro tiene indicadores de gravedad debe hospitalizarse, aunque no se tenga seguridad diagnóstica.

El cuadro radiográfico de neumonía suele ser altamente sugerente de la causa infecciosa de las lesiones pulmonares. No obstante, deben tenerse presentes las alternativas de diagnóstico diferencial (Tabla 64-1) tanto inicialmente como ante un retardo en la respuesta a la terapia específica.

Tabla 64 - 1
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS NEUMONÍAS
CAUSAS FRECUENTES
  • Tuberculosis
  • Insuficiencia cardíaca congestiva
  • Tromboembolismo pulmonar
  • Cáncer bronquial
  • CAUSAS INFRECUENTES
  • Neumonitis por hipersensibilidad
  • Neumonitis actínica
  • Daño pulmonar por drogas
  • Linfangiosis carcinomatosa
  • Enfermedad colágeno-vascular
  • Sarcoidosis
  • Neumonía eosinofíla
  • Neumonía en organización criptogénica
  • Los hallazgos de la radiografía de tórax son frecuentemente inespecíficos y pueden ser ocasionados por múltiples enfermedades infecciosas y no infecciosas que afectan el parénquima pulmonar. De este modo, el diagnóstico de neumonía debe estar sustentado en un cuadro clínico compatible (fiebre, tos, expectoración, calofríos, dolor torácico, disnea) asociado a la presencia de infiltrados pulmonares de aparición reciente en la radiografía de tórax.

     

    EVALUACION DE GRAVEDAD

    . El amplio espectro de gravedad de la neumonía explica la amplia variación en la letalidad comunicada en la literatura en los distintos contextos clínicos. Así, el paciente con neumonía que no presenta factores de riesgo manejado en el ámbito ambulatorio tiene una letalidad inferior al 1-2%, elevándose a 5-15% en los pacientes que deben hospitalizarse y 20-50% en aquellos admitidos a la Unidad de Cuidados Intensivos. Por otra parte, la gravedad del paciente con neumonía adquirida en la comunidad que recurre a atención ambulatoria (consultorios y servicios de urgencia) puede variar entre un cuadro infeccioso leve hasta uno de extrema gravedad con riesgo vital

    Es necesario evaluar objetivamente la gravedad de los pacientes para decidir si es necesaria su hospitalización, determinar el servicio en que se internarán (sala de cuidados generales, unidad de cuidados intermedios o UCI), decidir la solicitud de exámenes complementarios y escoger el tratamiento antibiótico empírico. En la Tabla 64-2 aparecen los criterios de gravedad de las neumonías actualmente en uso en nuestro país.

     

    Tabla 64-2
    FACTORES PRONÓSTICOS DE EVOLUCIÓN CLÍNICA DESFAVORABLE Y/O RIESGO DE MUERTE EN ADULTOS CON NEUMONÍA ADQUIRIDA EN LA COMUNIDAD
    Variables sociodemográficas
    Edad avanzada (mayores de 65 años)
    Lugar de procedencia (centro geriátrico)
    Cuadro clínico
    Disnea
    Compromiso de conciencia
    Sospecha de aspiración (trastornos de la deglución y/o compromiso del sensorio).
    Comorbilidades: cardiopatía coronaria, insuficiencia cardíaca, enfermedad pulmonar crónica (EPOC, bronquiectasias), diabetes mellitus, enfermedad cerebrovascular con secuela motora o deterioro psicoorgánico severo, insuficiencia renal crónica, alcoholismo, desnutrición, enfermedad hepática crónica, cáncer.
    Examen físico
    Frecuencia cardíaca >120 latidos/min
    Presión arterial < 90/60 mmHg
    Frecuencia respiratoria ≥ 20 resp/min
    Ausencia de fiebre (< 37 °C) o hipertermia (>40 °C)
    Compromiso de conciencia: somnolencia, sopor, coma, confusión mental
    Radiografía de tórax
    Compromiso radiográfico multilobar o bilateral
    Derrame pleural
    Cavitación o absceso pulmonar

    Exámenes de laboratorio
    Función renal anormal: nitrógeno ureico > 20 mg/dL o creatininemia > 1,2 mg/dL
    Hipoxemia: PaO2 < 60 mmHg respirando aire ambiente
    Hipercapnia: PaCO2 > 50 mmHg respirando aire ambiente
    Anemia: hematocrito < 30% o hemoglobina < 9 g/dL
    Leucocitosis > 30.000 células/mm3 o leucopenia < 4.000 células/mm3

    Exámenes microbiológicos
    Neumonía bacteriémica con hemocultivos positivos
    Infección pulmonar por bacilos gramnegativos entéricos, S. aureus, K. pneumoniae, P. aeruginosa y Legionella spp.

     

    En el ámbito ambulatorio, donde no se dispone de exámenes complementarios, se recomienda evaluar la gravedad de los pacientes con neumonía considerando las variables anotadas en la Figura 1.

     

    Edad mayor de 65 años.
    Presencia de comorbilidad.
    Estado mental alterado.
    Frecuencia cardíaca > 120 latidos/min.
    Hipotensión arterial (PA < 90/60 mmHg).
    Frecuencia respiratoria ≥ 20 resp/min.
    Rx Tórax: NAC multilobar, cavitación, derrame pleural.
    SaO2 < 90% con FiO2 ambiental.
    Presencia de comorbilidad descompensada.
    Factores psicosociales de riesgo elevado.

    Figura 64-1. Esquema de evaluación de gravedad de pacientes.

     

    En ausencia de factores de riesgo se recomienda manejo ambulatorio; en presencia de un factor de riesgo la toma decisión de manejo ambulatorio o en el hospital se decide según la experiencia previa y el juicio clínico del tratante, y en presencia de dos o más factores de riesgo se recomienda referir al hospital. Obviamente, el uso de estas recomendaciones no es rígido y sólo debe servir de guía para tomar decisiones, sin abandonar otros criterios clínicos razonables.

    TRATAMIENTO ANTIBIOTICO

    Aunque no ha sido corroborado por un estudio prospectivo amplio, existe un consenso generalizado que la iniciación del tratamiento antibiótico lo más precoz posible es un factor importante para disminuir la mortalidad. Se han propuesto ventanas de 4 u 8 horas, no debiendo postergarse la decisión en espera de exámenes cuyos resultados no estén disponibles en pocas horas.

     

    CON AGENTE CAUSAL IDENTIFICADO

    Si se conoce el agente causal de una neumonía, la elección del tratamiento es relativamente fácil, ya que en la mayoría de los casos es posible indicar un antibiótico útil, de costo razonable y de toxicidad relativamente baja. En la Tabla 64-3 aparecen los antibióticos de primera y segunda elección actuales. Como el esfuerzo de identificar el germen causal no es costo/efectivo en todos los pacientes, ésta se reserva para los pacientes mas graves , aquellos en que el tratamiento empírico no demuestra eficacia o en pacientes que han estado en un entorno epidemiológico diferente al general de la localidad.

     

    Tabla 64 - 3
    TRATAMIENTO DE ELECCION DE LAS NEUMONIAS ADQUIRIDAS
    EN LA COMUNIDAD CON AGENTE CAUSAL IDENTIFICADO
    Streptococcus pneumoniae

    Amoxicilina 750-1.000 mg cada 8 h VO, Eritromicina 500 mg cada 6 h VO o EV, Claritromicina 500 mg cada 12 h VO, Cefuroxima 750 mg cada 8 h EV, Ceftriaxona 1-2 g/día EV, o Cefotaxima 1 g cada 8 h EV.
    Duración del tratamiento: 7-10 días.

    Mycoplasma pneumoniae y Chlamydia pneumoniae Eritromicina 500 mg cada 6 h VO o EV, Claritromicina 500 mg cada 12 h VO, o Tetraciclina 500 mg cada 6 h VO o Azitromicina 500 mg/día.
    Duración del tratamiento: 14 días (excepto con Azitromicina que se recomiendan 5 días).

    Legionella spp
    Claritromicina 500 mg cada 12 h VO, Levofloxacina 500 mg cada 12 h VO 1 g/día EV, o Moxifloxacina 400 mg/día VO o EV, o Gatifloxacina 400 mg/día VO, asociada a Rifampicina 600 mg c/ 12 h VO.
    Duración del tratamiento: 14-21 días.
    Haemophilus influenzae no productor de betalactamasa Amoxicilina 750-1.000 mg cada 8 h VO.
    Haemophilus influenzae productor de betalactamasa Amoxicilina-Ácido Clavulánico 500/125 mg cada 8 h o 875/125 mg cada 12 h VO, o Cefuroxima 750 mg cada 8 h EV, o Ceftriaxona 1-2 g /día EV; o Cefotaxima 1 g cada 8 h EV.
    Duración del tratamiento: 10-14 días.
    Bacilos gram negativos entéricos Cefotaxima 1-2 g cada 8 h EV, o Ceftriaxona 1-2 g/día EV
    Duración del tratamiento: 14-21 días.
    Pseudomonas aeruginosa Ceftazidima 2 g cada 8 h EV o Piperacilina/Tazobactam 4,5 g cada 8 h EV, asociado a Ciprofloxacina 500-750 mg cada 12 h VO o EV.
    Duración del tratamiento: 14-21 días.
    Staphylococcus aureus meticilina sensible Cloxacilina 500-1.000 mg cada 6 horas VO o EV.
    Staphylococcus aureus meticilina resistente Vancomicina 1 gramo cada 12 horas EV.
    Duración del tratamiento: 14-21 días.

     

    Esta información está en continua revisión y actualización, de manera que es necesario consultar periódicamente, o cuando el caso lo requiera, sus actualizaciones en Internet.

    En la tabla no están incluidas las neumonías virales que se analizan en el el capìtulo 30.

    SIN AGENTE CAUSAL IDENTIFICADO

    En la práctica clínica se identifica el agente causal sólo en una pequeña fracción de los pacientes, pero en la mayoría se puede realizar un tratamiento empírico adecuado .

    En las neumonías adquiridas en la comunidad, el S. pneumoniae es el agente más frecuente, por lo que siempre debe ser cubierto, cualesquiera sean los resultados de los exámenes microbiológicos, ya que, como hemos visto, existe la posibilidad de agentes causales múltiples y de fallas en el procesamiento de la muestra. Esto significa que los antibióticos que cubren mal a este germen, tales como aminoglicósidos y algunas quinolonas (ciprofloxacina), nunca deben prescribirse como antibióticos únicos en neumonías extrahospitalarias.

    En Chile, un tercio de las cepas de S. pneumoniae muestra susceptibilidad disminuida a penicilina y en el 18% de los casos la resistencia es alta (Concentración Inhibitoria  Mínima ICM  >2 µg/ml); mientras que la resistencia a eritromicina fluctúa entre 10-15% y a cefotaxima entre 2-10%. La implicancia clínica de la resistencia a antibióticos de S. pneumoniae es controvertida, ya que algunos estudios han demostrado que la resistencia a penicilina con niveles de CIM entre 0,1 y 2 µg/ml no se asocia un mayor riesgo de complicaciones y muerte. Sin embargo, se ha comunicado un aumento de la letalidad en pacientes con neumonía neumocócica con CIM >4 µg/ml para penicilina. Afortunadamente, no se han comunicado cepas con este nivel de resistencia en la población adulta de nuestro país. Varios estudios han demostrado la eficacia de los agentes betalactámicos en el tratamiento de la neumonía neumocócica con CIM para penicilina inferior a 4 µg/ml.

    La elección del tratamiento antimicrobiano empírico requiere un conocimiento actualizado de las sensibilidades de múltiples gérmenes, pero este proceso ha sido simplificado mediante recomendaciones realizadas por paneles de expertos que revisan en forma sistemática la literatura médica sobre el tema. La guía clínica nacional, actualizada el año 2005, divide en cuatro categorías a los pacientes, considerando su edad, gravedad, necesidad de hospitalización y presencia de enfermedades concomitantes. La importancia de realizar esta categorización correctamente se comprende al considerar el riesgo que corre un paciente grave que no se hospitaliza y el despilfarro y bloqueo de recursos que significa hospitalizar un enfermo que no lo necesita.

    Grupo I. Pacientes menores de 65 años, sin comorbilidad ni factores de riesgo, en condiciones de manejo domiciliario. Los agentes etiológicos más frecuentes en esta categoría son S. pneumoniae, H. influenzae, Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae y los virus respiratorios. El tratamiento antibiótico empírico de la neumonía ambulatoria debe cubrir fundamentalmente a S. pneumoniae y H. influenzae, y ocasionalmente es necesario cubrir el Mycoplasma, las Chlamydia y la Legionella. Se recomienda el uso de amoxicilina en dosis elevadas (3 g/día) y como alternativa, o en caso de alergia a betalactámicos, prescribir un macrólido como eritromicina, claritromicina o azitromicina. Los resultados esperables en pacientes de esta categoría son satisfactorios en la enorme mayoría (letalidad menor de 1-2%) y rara vez existe la necesidad de hospitalizar al paciente por agravación (5% de los casos). No obstante, es necesario controlar su evolución cuidadosamente. El paciente debe acudir a control al finalizar el tratamiento antimicrobiano o inmediatamente en caso de evolución desfavorable: persistencia de la fiebre por más de tres días, aumento de la dificultad respiratoria o compromiso del estado general, aparición de criterios de gravedad.

    Grupo II. Pacientes que no requieren hospitalización por gravedad, pero son mayores de 65 años y/o presentan una patología concomitante. Para estos efectos, las comorbilidades importantes son las siguientes

    - Cardiopatía coronaria o insuficiencia cardíaca congestiva
    - Enfermedades respiratorias crónicas (EPOC, bronquiectasias)
    - Diabetes mellitus
    - Enfermedad cerebrovascular con secuela motora o demencia
    - Insuficiencia renal crónica
    - Enfermedad hepática crónica
    - Alcoholismo
    - Desnutrición
    - Neoplasias
    - Otra condición que altere significativamente el estado general

    Los agentes causales más probables en este grupo son S. pneumoniae, H. influenzae y virus respiratorios, siendo menos probable la infección por gérmenes atípicos, bacilos gramnegativos, S. aureus, Moraxella spp. y otros. En esta categoría, que tiene mayor riesgo de complicaciones, se recomienda el uso de agentes betalactámicos vía oral (amoxicilina-ácido clavulánico o cefuroxima). Como régimen alternativo, o en caso de alergia a los betalactámicos, se recomienda prescribir un macrólido como eritromicina, claritromicina o azitromicina. Si el cuadro clínico-epidemiológico sugiere infección por microorganismos atípicos, se puede agregar un macrólido al antibiótico betalactámico. Los resultados muestran una letalidad baja de 1-3% y existe necesidad de hospitalizar posteriormente hasta en un 10% , por lo que estos enfermos deben ser controlados muy estrechamente.

    Grupo III. Pacientes que deben ser hospitalizados, pero sin gravedad extrema. En Chile, la letalidad de los pacientes con neumonía hospitalizados en sala de cuidados generales varía entre 3% y 20%. Los patógenos respiratorios más relevantes en esta categoría son el S. pneumoniae, H. influenzae, M. pneumoniae, C. pneumoniae y Legionella spp., los bacilos gramnegativos entéricos y los anaerobios. Se sugiere tratar con agentes betalactámicos (cefalosporina de tercera generación, amoxicilina-ácido clavulánico) agregando un macrólido en caso de sospecha de Legionella o Mycoplasma spp. El antibiótico prescrito debe ser administrado precozmente, idealmente dentro de las primeras ocho horas de realizado el diagnóstico, porque el retraso en el inicio de tratamiento se ha asociado a mayor riesgo de complicaciones y muerte.

    La hospitalización no sólo se indica por gravedad, sino que también por razones socioeconómicas o culturales ( ruralidad extrema, analfabetismo, falta de red de apoyo, trastornos psiquiátricos, alcoholismo, etc.). Por lo tanto, si un paciente del grupo I se hospitaliza por estas razones, debe emplearse el tratamiento de ese grupo.

    Grupo IV. Pacientes con neumonía comunitaria grave que deben ser hospitalizados en la Unidad de Intermedio o UCI. La definición de gravedad extrema se basa en los siguientes factores:

    • Hipotensión arterial (PA< 90/60 mmHg)
    • Taquipnea >30 resp/min
    • Hipoxemia < 60mmHg respirando aire o PaO2/FiO2 <250 si está recibiendo oxigeno
    • Compromiso radiográfico bilateral o multilobar
    • Necesidad de ventilación mecánica
    • Presencia de shock séptico

    En esta categoría se concentran los pacientes de alto riesgo de complicaciones y muerte. La letalidad de la neumonía comunitaria grave manejada en la UCI fluctúa entre 17% y 50%. Los patógenos más importantes aislados en pacientes con NAC grave son S. pneumoniae, bacilos gramnegativos entéricos, Legionella spp., S. aureus, H. influenzae, anaerobios estrictos, Chlamydia pneumoniae, Mycoplasma pneumoniae y los virus respiratorios. Debido al elevado riesgo de complicaciones y muerte asociados a la NAC grave, se recomienda la administración de tratamiento antibiótico combinado (agente betalactámico asociado a macrólidos u fluoroquinolonas) por vía endovenosa con prontitud una vez establecido el diagnóstico. En general, la duración del tratamiento antibiótico fluctúa entre los 10 y 14 días, dependiendo de la evolución clínica y el agente causal de la neumonía.

    Es fundamental tener presente que en las neumonías que presenten factores de riesgo por el posible germen causal o por las condiciones del paciente debe obtenerse de inmediato ayuda especializada, ya que la sobrevida depende críticamente de un diagnóstico y tratamiento adecuados.

    CRITERIOS DE ESTABILIDAD CLÍNICA

    La mayoría de los pacientes con neumonía se estabilizan clínicamente entre el segundo y tercer día  de tratamiento. La estabilización clínica se produce cuando se normalizan los signos vitales, el estado mental retorna a la condición basal y mejora el intercambio gaseoso disminuyendo los requerimientos de oxígeno. Se ha enfatizado que la estabilidad clínica debe mantenerse por lo menos durante 24 horas con n el mismo tratamiento. Una vez que se alcanza la estabilidad clínica y el paciente puede comer o alimentarse por una sonda nasoenteral o gastrostomía se recomienda realizar el cambio de la terapia antibiótica parenteral a la vía oral o enteral. Esto ocurre en la mayoría de los casos entre el tercer y quinto día de tratamiento. Se han reconocido grupos de pacientes que suelen demorar más en alcanzar la estabilidad clínica sin que esto implique una falla del tratamiento empírico inicial. En esta categoría se encuentran los adultos mayores, los pacientes con neumonía grave, insuficiencia cardíaca descompensada o enfermedad pulmonar obstructiva crónica avanzada. La bacteremia inicial no parece ser un factor determinante para decidir prolongar el tratamiento antibiótico endovenoso, si se cumplen los criterios de estabilidad clínica.

    La aplicación correcta de los criterios de estabilidad clínica para realizar el cambio a la vía oral permite disminuir la duración de la hospitalización sin aumentar los riesgos para el enfermo. Se recomienda que una vez cumplidos los criterios de estabilidad clínica y cambio a la vía oral se puede indicar el alta hospitalaria el mismo día o a más tardar al día siguiente. Los pacientes que son dados de alta con uno o dos signos vitales inestables tienen mayor riesgo de rehospitalización o muerte en el seguimiento a los 30 días. Por lo anterior, se recomienda asegurar que el paciente cumpla los criterios de estabilidad clínica y cambio a la vía oral antes de decidir el egreso hospitalario.

    Los antimicrobianos disponibles en nuestro medio que han sido evaluados en el cambio a la vía oral son amoxicilina-ácido clavulánico, cefuroxima, claritromicina y levofloxacina.

     

    CRITERIOS DE FRACASO DEL TRATAMIENTO ANTIBIOTICO

    Un problema difícil de resolver es decidir cuándo un determinado esquema terapéutico puede considerarse fracasado. Esta situación debe ser diferenciada de otras causas de persistencia o agravación del cuadro clínico, tales como sobreinfecciones por otros microorganismos resistentes, complicaciones con germen sensible como empiemas o infecciones metastásicas, fiebre por drogas, neumopatías no infecciosas (Tabla 64-1), etc.

    Se considera que existe falla clínica o falta de respuesta al tratamiento empírico inicial en los pacientes con neumonía que luego de 72 horas de tratamiento antibiótico no presentan mejoría significativa de los síntomas respiratorios, persisten con fiebre (>38 °C, presentan deterioro progresivo del intercambio gaseoso con eventual necesidad de ventilación mecánica, desarrollan shock o sepsis grave, o presentan progresión rápida de los infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax. No todos estos elementos van a evolucionar e igual modo de manera que la calificación de fracaso se basa en una especie de balance global en el que pesa la experiencia clínica. Este grupo de pacientes tiene alto riesgo de complicaciones y muerte, por lo que se suele requerir manejo multiprofesional con la participación de especialistas en enfermedades infecciosas y enfermedades respiratorias.

    No existe ningún índice que pueda considerarse infalible para evaluar la respuesta a un esquema antibiótico y, por lo tanto, es conveniente tener presente algunos hechos :

    a) En las neumonías neumocócicas, la caída de la temperatura en el tratamiento con penicilina puede ser lenta: el porcentaje de pacientes que continúa febril al tercer día de tratamiento es de 25%, al cuarto día baja a 10% y se llega a 0% solamente al décimo día.

    b) La caída de la temperatura es más lenta en abscesos pulmonares y empiemas, así como también en neumonías bacterémicas, infecciones graves manejadas en UCI y aquellas ocasionadas por gérmenes más agresivos (bacilos gramnegativos y S. aureus).

    c) Se han identificado algunas condiciones como la edad avanzada (> 65 años), alcoholismo, insuficiencia cardíaca congestiva, EPOC y la neumonía multilobar, que se han asociado a retardo en la resolución clínica de la neumonía.

    d) En aproximadamente un 20% de las neumonías neumocócicas no bacterémicas tratadas adecuadamente, se observa un aumento de las lesiones radiográficas iniciales que no significa fracaso. Este porcentaje sube al 30% en neumonías neumocócicas bacterémicas y es también frecuente en otras neumonías graves como en las ocasionadas por gramnegativos, S. aureus, Legionella, etc.

    e) En las neumonías neumocócicas graves (bacterémicas) la letalidad actual bajo tratamiento antibiótico apropiado varía entre 15 y 30%, mientras que la letalidad de las neumonías estafilocócicas y por gramnegativos puede llegar a 30-40%. Esto implica que en las neumonías graves es esperable un número importante de fracasos que no se debe a fallas en la indicación del antibiótico apropiado, sino a que éste es incapaz de modificar las alteraciones fisiológicas producidas al comienzo de la enfermedad.


    f) La fiebre por drogas se puede presentar junto con otras manifestaciones alérgicas, como exantemas, eosinofilia o también como única manifestación de hipersensibilidad. Se observa en un 1 a 10% de los pacientes en tratamiento con cefalosporinas, penicilinas, sulfonamidas y anfotericina B.

    La lentitud en la caída de la temperatura y el deterioro inicial que se observa en algunos pacientes tratados con antibióticos adecuados deben tenerse en cuenta para evitar el frecuente error de concluir que la "falta de respuesta" a esos antibióticos se debe a que los microorganismos considerados inicialmente como causales de la neumonía no están presentes. En consecuencia, en la mayoría de los casos no es justificable tratar empíricamente otros microorganismos y dejar de cubrir los gérmenes inicialmente considerados como más probables.

    Las principales causas que deben considerarse ante una falla clínica son las siguientes:

    Retardo espontáneo en la resolución clínica. Esta condición clínica no es fracaso de tratamiento, ya que los enfermos suelen mejorar sin necesidad de modificar el esquema antimicrobiano inicial.
    Indicación de antibióticos inapropiados. Se recomienda revisar el espectro antibacteriano, la vía y dosis de los antibióticos prescritos en cada caso.
    Presencia de un patógeno resistente. Se recomienda revisar el antibiograma de los gérmenes aislados en los cultivos, especialmente considerando la presencia de S. pneumoniae resistente a betalactámicos y macrólidos, H. influenzae productor de betalactamasa, S. aureus meticilina resistente y bacilos gramnegativos entéricos multirresistentes.
    Patógeno no cubierto por el tratamiento empírico inicial. Se recomienda modificar el esquema antibiótico de acuerdo a los resultados de los exámenes microbiológicos, especialmente en la infección por gérmenes atípicos (Mycoplasma spp., Chlamydia spp., Legionella pneumophila), S. aureus o P. aeruginosa y Mycobacterium tuberculosis.
    Sospecha de inmunosupresión. En pacientes con factores de riesgo de inmunosupresión (ej. tratamiento esteroidal, infección por VIH, quimioterapia, trasplante, etc.), se recomienda la búsqueda sistemática de patógenos oportunistas tales como Pneumocystis jiroveci, Mycobacterium avium intracellulare, Nocardia asteroides y Rodococcus equi. La fibrobroncoscopia con lavado broncoalveolar y biopsia transbronquial es un procedimiento diagnóstico útil cuando se sospecha infección por patógenos oportunistas o inusuales.
    Complicaciones de la neumonía. En el paciente que se demora en alcanzar la estabilidad clínica se recomienda la búsqueda activa de complicaciones, tales como cavitación o absceso pulmonar, empiema pleural, síndrome de distrés respiratorio agudo o infección extrapulmonar.
    Causas no infecciosas. Existen múltiples condiciones clínicas que pueden simular una neumonía tales como la insuficiencia cardíaca descompensada, tromboembolismo pulmonar, bronquiolitis obliterante con neumonía en organización, neumonía postobstructiva asociada a tumor, carcinoma bronquioloalveolar, hemorragia alveolar, linfoma, neumonía eosinofílica, sarcoidosis, daño pulmonar por drogas, neumonitis alérgica extrínseca, neumonitis actínica y neumonitis intersticial aguda.

    Si se sospecha que existe un fracaso de tratamiento antibiótico o una sobreinfección, las conductas posibles, y a menudo complementarias, son ampliar la cobertura antibiótica y realizar exámenes microbiológicos para intentar precisar la causa de la neumonía mediante procedimientos invasivos. La ampliación empírica del espectro del esquema antibiótico es frecuentemente difícil por el número de antibióticos necesarios y por el costo de este tratamiento. Esto se debe a que en los enfermos en que fracasa un esquema antibiótico, los microorganismos probables son muy numerosos y difíciles de sistematizar. Por estas razones parece justificado indicar estudios invasivos, lo que permite efectuar un tratamiento más específico.

    EVALUACION DE LA CURACION

    En general, la curación de una neumonía debe certificarse con una radiografía de tórax, teniendo presente evolución esperable de las lesiones radiográficas. Diferentes estudios han demostrado que la resolución radiográfica tiene bastante variabilidad y depende tanto de factores relacionados con el huésped como con el microorganismo. Por ejemplo, en sujetos jóvenes, la curación radiográfica completa de una neumonía neumocócica se logra a las 4 semanas en el 50% de los casos y llega al 90% sólo a las 12 semanas de evolución. La velocidad de curación es más lenta si la neumonía es bacterémica, en las neumonías causadas por agentes más agresivos (bacilos gramnegativos, S. aureus, Legionella spp.), en los ancianos, así como en los pacientes con alcoholismo, insuficiencia cardÍaca y LCFA. En cambio, la curación es más rápida en las neumonías por Mycoplasma y Chlamydia spp., en los que se produce una curación de 90% de los enfermos a las 8 semanas. Si la evolución clínica es favorable, el primer control radiológico, en la mayoría de los casos, sólo debería hacerse al completarse el primer mes, para continuar con controles cada 4-6 semanas, según la evolución observada. En los pacientes con evolución clínica favorable, no se recomienda realizar estudios complementarios sólo porque los infiltrados en la radiografía de tórax se demoran

    Los controles post-alta permiten identificar a los pacientes con secuelas o con lesiones que pudieran haber contribuido a causar la neumonía a través de una falla local de los mecanismos de defensa, tales como neoplasias, tuberculosis, bronquiectasias, etc. Estas condiciones pueden sospecharse con la historia y radiografía inicial o como consecuencia de un retardo en la velocidad de curación radiográfica. Cuando existe esta sospecha, deben efectuarse exámenes complementarios como broncoscopia, estudios microbiológicos, citológicos, TAC, etc. En fumadores debe extremarse esta conducta por el riesgo de cáncer

     

    ENFRENTAMIENTO DE LA NEUMONIA ADQUIRIDA EN HOSPITALES (NAH)

    Por su complejidad y gravedad este tipo de neumonías generalmente necesita de la cooperación de neumólogos e infectólogos

    El tratamiento antimicrobiano prescrito en la NAH suele ser empírico, basándose en los antecedentes clínicos, factores de riesgo para patógenos específicos, gravedad, uso previo de antibióticos, tiempo transcurrido entre el ingreso hospitalario y el diagnóstico, y la prevalencia de patógenos respiratorios y su patrón de resistencia en la UCI y el hospital.

    Cuando se cuenta con un microorganismo identificado por un método confiable, se debe efectuar la terapia específica, aunque debe considerarse que hasta en un 50% de los casos puede haber infección polimicrobiana.

    Usualmente, el problema más difícil es cubrir los bacilos gramnegativos multirresistentes, para lo cual se utiliza con frecuencia cefalosporinas de tercera generación, aminoglicósidos, agentes betalactámicos con inhibidor de betalactamasa (ampicilina / sulbactam, ticarcilina / ácido clavulánico, piperacilina/tazobactam, fluoroquinolonas (levofloxacina, moxifloxacina, gatifloxacina), imipenem –- cilastatina o meropenem.

    Los grampositivos son cubiertos con cloxacilina, cefalosporinas de 1ra, 2da y 3ra generación (estas últimas menos potentes), clindamicina, vancomicina, linezolid. Los anaerobios suelen ser tratados con clindamicina, metronidazol o cloranfenicol.

    PREVENCION

    Considerando el elevado riesgo de complicaciones y letalidad asociado a la NAH, es obvio que la acción médica más importante es la prevención, para lo cual las principales medidas son:

    • Educar y entrenara a todas las personas que tengan contacto con el paciente en las técnicas de lavado de manos, uso de guantes y bata, y respeto de las medidas de aislamiento
    • Prescripción racional de los antibióticos y evitar el empleo innecesario de antibióticos profilácticos
    • Desinfectar los nebulizadores entre los tratamientos realizados al mismo paciente y esterilizarlos cuando son empleados por diferentes pacientes
    • Evitar uso de antiácidos, inhibidores H3 o de la bomba de protones en pacientes en ventilación mecánica
    • Promover el uso de agentes no alcalinizantes (sucralfato) para protección gástrica
    • Restringir y controlar el uso racional de los medicamentos que deprimen el estado de alerta
    • Prevención de la aspiración de vómitos y secreciones en pacientes con anestesia o compromiso de conciencia
    • Prevención de la aspiración de líquido condensado de los tubos de los respiradores
    • Prevención de atelectasias con cambio de posición frecuente y kinesiterapia respiratoria

     

    ENFRENTAMIENTO DE LA NEUMONIA EN INMUNODEPRIMIDOS

    Dada la enorme cantidad de agentes probables, es muy difícil elegir una terapia empírica racional. Por ello, el uso de exámenes invasivos parece justificado en estos enfermos. Así, el lavado broncoalveolar se emplea casi de rutina en los enfermos de SIDA, con excelentes resultados en el diagnóstico de neumonía por P. jiroveci. En otros tipos de pacientes con alteraciones graves de la inmunidad se ha planteado el uso de la biopsia pulmonar como método de diagnóstico etiológico de los infiltrados pulmonares. Su real utilidad, sin embargo, es dudosa, ya que los estudios prospectivos han demostrado que sus resultados no suelen modificar la terapia empírica y que el pronóstico puede empeorar comparado con esta última.

    El manejo eficiente de estos enfermos es extremadamente complejo y requiere del concurso de un equipo formado por neumólogo, infectólogo, microbiólogo, patólogo, cirujano de tórax, junto al médico tratante, que puede ser un hematólogo, oncólogo, etcétera. La responsabilidad del clínico general es identificar a los pacientes que presentan condiciones inmunodepresoras y obtener la ayuda especializada necesaria

     

     

    El diagnóstico oportuno de la neumonía es generalmente responsabilidad del primer médico que ve al enfermo y, dado que el tratamiento inicial correcto es crucial para determinar el pronóstico de la enfermedad, si no se tiene una experiencia frecuente y reciente en la materia, debe pedir oportunamente la ayuda necesaria.

     

    VINCULOS EXTRAPROGRAMATICOS

    Infectious Diseases Society of America/American Thoracic Society Consensus Guidelines on the Management of Community-Acquired Pneumonia in Adults Clin Infect Dis 2007; 44: S27-72.

    • Consenso nacional 2005; Neumonía del adulto adquirida en la comunidad Rev Chil Enf Respir 2005; 21: 69-140

    e